Reseña

DISEÑO E ICONOGRAFÍA.
VERACRUZ.
GEOMETRÍAS DE LA IMAGINACIÓN.

Ya desde la publicación del catálogo de la Primera Exposición Nacional de Arte Popular, organizada en 1921 por el pintor y promotor de las culturas de mexicanas, Gerardo Murillo, el Doctor Atl, se mostraba el interés por definir las formas, los diseños y los simbolismos del arte popular de nuestro país. La fortuna de haber encontrado aliados que hoy son parte de nuestra historia, como los artistas plásticos Roberto Montenegro, Adolfo Best Maugard, Miguel Covarrubias y Jorge Enciso, fortaleció la idea de integrar un grupo esencial para el desarrollo no sólo de las artes populares de México, sino de la preservación y estímulo de formas, diseños y usos de una arte social por excelencia que se preserva pero que también se reinventa cada día y que, siguiendo un hilo conductor hasta nuestros días, representa un orgullo y sentido de pertenencia para mexicanos.

Sin embargo, no fue sino hasta 1947 cuando el maestro Jorge Enciso, pintor jalisciense y defensor de numerosos monumentos prehispánicos y coloniales de nuestro país, publicó su célebre libro “Sellos del Antiguo México”, que recopilaba las imágenes de diversos sellos cilíndricos, semicirculares y placas de impresión planas elaboradas en su mayoría de barro cocido al más puro estilo de la alfarería quemada en fogata, si bien incluía otros de piedra, metales y madera. No son, en estricto sentido, sellos bajo el concepto que ahora conocemos, sino en palabras del propio Enciso, “pintaderas” que servían para estamparse en el cuerpo o imprimirlas en otros objetos como prendas de vestir o incluso para decorar alfarería a manera de incisión antes de la quema.

Con la publicación de Enciso se cubría un tema pendiente de las investigaciones sobre las grafías mesoamericanas a través de los sellos. Poco o casi nada se había escrito sobre sus formas y mensajes. Eran antiguos pero desconocidos para la mayoría de la gente. Quizás algunos especialistas los conocían de manera general, pero nadie se había preocupado por catalogarlos y sistematizar su presentación.

Esfuerzos paralelos hizo Miguel Covarrubias para estudiar las formas esenciales utilizadas para decorar las artesanías de diferentes ramas. En las décadas de los cincuenta y muy particularmente  a mediados de los sesenta publicó un notable ensayo sobre el tema en un tomo coordinado por el Don Daniel F. Rubín de la Borbolla, llamado Las Artes Populares de México.

El uso de los sellos casi ha desaparecido de la producción artesanal, aunque sobreviven ejemplos en la alfarería de Tlayacapan y Cuentepec, Estado de Morelos y algunos en los pueblos mixes del Estado de Oaxaca. Por otro lado en Comonfort, Guanajuato, todavía se graban magistralmente sellos de madera de mezquite para imprimir las tortillas con anilinas que son utilizadas como guías en las bodas como augurio de abundancia para la pareja que se casa. En Veracruz, la versión más popular del morral tantoyuquero incluye el estampado de sencillos diseños de flor sobre la fibra del zapupe.

Estos datos son referentes indispensables para valorar la publicación del tomo DISEÑO E ICONOGRAFÍA. VERACRUZ, perteneciente a la colección GEOMETRÍAS DE LA IMAGINACIÓN editada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes a través de la Dirección General de Culturas Populares. Ésta tiene genes de las ediciones mencionadas. No es conveniente ni viene al caso una comparación, sino establecer un hilo conductor que permita identificar las aportaciones de esta colección a la historia familiar de las ediciones anteriores. Como en toda evolución el hombre se apropia y hace uso de las técnicas modernas. A las calcografías hechas por Enciso, le sigue la precisión del trabajo digitalizado que no perfecciona los diseños porque éstos son equilibrados como un “muro a plomo”, según palabras del propio Enciso, pero sí hacen más precisa la presentación aportando un diseño sobrio y no por ello menos moderno.

Este volumen tiene la virtud de recoger el extraordinario acervo de los sellos prehispánicos antropomorfos, zoomorfos, fitomorfos y geométricos escogidos de manera equilibrada y que representan sólo una parte de la interminable riqueza de las culturas asentadas en la entidad. Elaborados esencialmente en barro y piedra se complementan con los relieves de las construcciones de El Tajín.

Luego, la publicación se enriquece con numerosos diseños de la alfarería de Blanca Espuma, con textiles en telar de cintura, bordados con diferentes técnicas, deshilados y rejillados que dan identidad a grupos sociales enteros tanto del corazón del Totonacapan, como de las Sierras de Chiconquiaco y de Zongolica.

La iconografía asume la imperiosa necesidad de explicar los mensajes y los simbolismos de cada diseño. En este sentido son fundamentales los textos de los maestros Marco Antonio Hernández Reyes y Arturo Gómez Martínez, quienes acumulan años de investigación y conocimiento y que hoy ponen al servicio de los especialistas, los estudiantes, artesanos y público en general quienes encontrarán en este volumen un material de apoyo y consulta para sus quehaceres específicos, muestra significativa de las variantes del diseño y del simbolismo de las culturas veracruzanas.

Cabe hacer un paréntesis de cómo las publicaciones de esta naturaleza sirven a los propios artesanos para rescatar en su caso y para difundir al interior de las propias comunidades, los grafismos ancestrales que preservan su tradición artesanal. Pero sirven también para inspirar nuevos diseños como los que magistralmente creó el maestro Alberto Beltrán, dibujante, grabador y promotor cultural desde y hacia las comunidades indígenas y rurales, para el gran proyecto que representó hacia principios de los años 70’s del siglo XX la cerámica de alta temperatura en Temascalcingo, Estado de México, cuyas vajillas identificadas por sus diseños de “sol” y “caracol”, representan hoy día un enclave de identidad sin ningún regateo después de 40 años de consistente producción de los talleres que se multiplicaron rápidamente.  

El volumen DISEÑO E ICONOGRAFÍA de VERACRUZ, representa sólo el comienzo, como dice su prólogo, pues el crisol cultural del Estado obliga también y quizás en un segundo o hasta un tercer volumen, a incluir los diseños textiles de La Huasteca, del Sotavento y de la Sierra de Santa Martha, así como los diseños alfareros de San Miguel Aguasuelos, Zempoala, del Totonacapan y la Huasteca, por mencionar sólo algunos.

Existen diversas formas de abordar, entender y querer las culturas del Estado, pero es apasionante la del Veracruz Profundo, parafraseando al maestro Guillermo Bonfil Batalla, porque en él se encuentran las más auténticas manifestaciones de los pueblos originarios de quienes, recibiendo la herencia del enclave mesoamericano, conservan creencias, modos de vida, simbolismos y formas que le dan su sentido de identidad y pertenencia.

JOSÉ HERRERA ALCÁZAR
Xalapa, Ver., Septiembre de 2010.